jueves, 5 de febrero de 2015

"UN PROCESO LENTO"







Por Pedro B. Blois.

En el proceso de santificación, muchas veces nos preguntamos: ¿por qué el Señor no me libra de este o aquel pecado de una vez por todas? ¿Por qué son recurrentes estas pasiones tan contrarias a mi deseo de honrar a Cristo? Para aquellos que estén luchando con desánimo, y tengan la tentación de claudicar en esta lucha por la santidad, aquí van algunas de las razones por las que Dios nos permite que sea así. Razones por las que el proceso es lento, y la lucha recurrente:
La primera: hay algunas virtudes de carácter que no serían desarrolladas, si no existiera el proceso, y si no fuera lento. Me refiero a virtudes tales como la paciencia, la longanimidad, así como la mansedumbre y humildad. Estas, entre otras, son virtudes que desarrollamos por tener que enfrentar pecados recurrentes, y sentir que los avances son lentos y escasos. En segundo lugar: estos pecados recurrentes nos mantienen humildes a los pies de la cruz. Es bien sabido por el creyente maduro, que hay sazones en la vida en la que Dios nos permite experimentar la hiel de nuestra propia maldad, para llevarnos nuevamente a la cruz.
Finalmente, vivir el lento proceso de santificación, luchando a cada día con el pecado, nos capacita para sentir verdadera empatía por aquellos que están a nuestro alrededor, y ser buenos consoladores. Una vez libres de la lucha con un determinado pecado, estamos tan sanos, que nos olvidamos de la amargura. ¡Es así! Y porque es así… debemos seguir luchando. Por lo tanto, no te desanimes en el proceso; pues aún para la lentitud del proceso, nuestro Buen Padre tiene buenos propósitos.