lunes, 9 de diciembre de 2013

PERDER LA VIDA PARA GANARLA

Por Pedro Blois



Cuando Jesús llama a las gentes a seguirle, les advierte que han de negarse a sí mismos, y tomar su cruz a cada día (Lc. 9.23-25). Y esta no es una demanda para aquellos que deseen un mayor compromiso con él; aquellos que, por así decirlo, son más avanzados en la fe. En realidad, aparte de esta demanda, no hay discipulado, no hay cristianismo. El verdadero discípulo de Jesús, es alguien que avanza por la senda de la cruz; que se niega a sí mismo, en vistas de obedecer a su Señor.  
Esto hace que surja una pregunta importante: ¿Encuentra el cristiano en la auto-negación, el propósito más alto de su vida? En otras palabras, ¿es la auto-negación última y definitiva, el máximo bien del cristiano? De ninguna manera. Cuando Jesús llama a los suyos a negarse a sí mismos, a perder sus vidas, lo hace para que lleguen a ganarla. Cuando el cristiano se niega a sí mismo, tiene en vista de un bien mucho mayor, cuyo camino es la cruz. Él ha encontrado en la persona de Jesucristo, y sus promesas, lo que con todo su esfuerzo, sería incapaz de alcanzar. 
Entonces, ¿dónde encuentra el cristiano la fortaleza para esta necesaria auto-negación? ¿Cómo puede el cristiano enfrentarse a las fuertes adversidades que acompañan a los discípulos de Jesucristo? Su fortaleza reside en tener un aprecio cada vez mayor de la dádiva de Cristo; de la esperanza que él, por medio de su muerte y resurrección, nos ha otorgado. Es en la medida en la que apreciamos la gloria de la esperanza cristiana, en la que vivimos vidas abnegadas y gozosas, en la obediencia a Cristo. ¡Pongamos nuestra mirada en el Salvador, y en sus promesas!