sábado, 1 de septiembre de 2012

No habrá tropiezo para los que aman a Dios y a su Palabra



Mucha paz tienen los que aman tu ley; y no hay para ellos tropiezo. Salmos 119:165


Sí, un amor verdadero al Santo Libro nos proporcionará una inmensa paz cuya frente es Dios mismo. El vivir constantemente en la compañía de la ley de Dios producirá en nuestros corazones una tranquilidad tan grande cual ninguna otra cosa podrá proporcionárnosla. El Espíritu Santo obra por medio de su Palabra como un Consolador cuya bienhechora influencia calma todas las tempestades del alma. Nada es capaz de hacer caer al hombre en quien habita la Palabra de Dios con abundancia. La cruz de cada día es su mayor delicia. Está preparado para la dura prueba, la
cual no es para él una cosa extraña que le deje completamente abatido. Tampoco tropieza en la prosperidad como otros muchos tropiezan, ni cae aplastado bajo el peso de la adversidad,
porque está muy por encima de las circunstancias que le rodean. Cuando el Señor pone delante de su mente algún misterio de la fe que hace decir a otros: «Dura es esta palabra, ¿quién la
puede oír?», el creyente lo acepta sin discutir, porque las dificultades que pueden surgir en su mente se desvanecen ante el temor respetuoso de la ley del Señor, que para él es la autoridad
suprema a la que se somete con alegría. Señor, danos este amor, esta paz y descanso en este día.



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