lunes, 25 de junio de 2012

Caminemos confiados en el Señor

Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará.
Proverbios 3:23


Es decir, que si sigues el camino de la sabiduría y santidad serás guardado. El que viaja a la luz del día por el camino real se halla bajo la protección del rey. Cada hombre tiene su camino, a saber: su propia vocación; y si por él andamos en el santo temor de Dios, Él nos amparará contra todo mal. Tal vez no viajaremos lujosamente, pero sí confiados. Tal vez no correremos como los jóvenes, pero sí como personas de bien. Nuestro mayor peligro lo encontramos en
nosotros mismos: nuestros débiles pies fácilmente tropiezan. Pidamos una fuerza moral más grande para vencer nuestra propensión a resbalar. Algunos tropiezan porque no ven las piedras
del camino; la gracia divina nos hace ver el pecado y así poder evitarlo.

Pidamos el cumplimiento de esta promesa y confiemos en Aquél que defiende a sus escogidos.
Por desgracia, el mayor peligro está en nuestra propia negligencia; por eso, para combatirla, nos ha dicho el Señor Jesús: «Velad y orad». ¡Oh, si tuviésemos gracia para caminar hoy sin tropezar ni siquiera una sola vez! No basta estar preservado de no caer; nuestra súplica ha de ser que no demos el más mínimo tropiezo y que al fin podamos adorar «a Aquél que es poderoso para guardarnos sin caída.



Libro: Banco de Cheques (Spurgeon)